dimanche 9 mars 2008

Sábado, ocho de marzo de 2008

Me desperté por la culpa de alguien que equivocadamente llamaba a mi celular, en ese momento decidí levantarme, me "calcé" el jean y salí.
No parecía que fuese a pasar mucho.
Palpé los bolsillos como para ver si tenía todo lo necesario, crucé mi casa -avisando a luli que a mi vuelta andaríamos en bicicleta- y salí hacia la librería.
Por segunda vez visito la librería que mi abuela me recordó que existía. A diferencia de la primera vez, el levantarse y viajar resultan especialmente para ello.
Llegué. Particular atmósfera de un lugar largo y alto que se desforma por angosto para parecer interminable. Señor grande tras mostrador, achica los ojos esforzándose por ver aunque los vidrios de sus lentes deben estar entre los más gruesos que vi en mi vida -aunque debo reconocer que no soy especialista en eso de andar mirando y, aún menos, recordando el grosor de los vidrios de los ante-ojos de gentes que veo por ahí.
Nada. Entro, me mira y pregunta "cuál era tu libro?", tenía el libro que había encargado la otra vez cuando había comprado una edición buenísima de "Alicia en el espejo" (bah! "A través del espejo y lo que Alicia encontró allí"). La muchacha que lo ayuda, imagino que la hija o quizás hasta la nieta -capaz que era la hija del vecino-, rompe algunos envolturas que saca de una caja hasta encontrar el libro. Sobre el mostrador se completa la transacción. Se me comenta algo sobre el libro que no escucho bien, pongo cara como para contestar a lo que sea que hayan dicho, "hasta luego!" y me retiro.
Dos cuadras y un puente hasta la parada del colectivo (266, 2. La cola para el 266,4 era muy larga y me dio vagancia). La ansiedad no me gana, no abro el libro, ni siquiera miro adentro de la bolsa.
Me siento atrás del asiento que estaba justo en la rueda, no esta bueno ir sentado justo en el que esta sobre la rueda. Pienso. No sé muy bien por qué había hecho todo eso, quizás era algún deber o esa pequeña voluntad con la que un poco se inicia todo -aunque en general se supone un pelotazo-. En fin, lo que me arrastró hasta la librería, me llevó preguntar por un libro, encargarlo y volver hoy para retirarlo, fue, de alguna forma -aunque no de manera exclusiva-, el seminario y taller de escritura que empiezo a cursar en la universidad. El mismo que, esta vez mas certeramente, me lleva a inaugurar este espacio sin demasiada idea.
Es que esa señora pretende que lleve un diario de escritor en blog. Yo no sé bien lo que es. Dijo que la idea era (es) escribir reflexiones, ideas y todo eso que lleva a la escritura y que, de alguna manera, queda afuera. Pensé que debería tener constantemente una computadora a mano, o lograr constancia en escribir esas ideas, siempre geniales y realizadoras, que invaden mi mente solo para luego ser olvidadas. A mi, particularmente, no me convenció demasiado.
Y es sábado a la tarde, llueve, ya dormí siesta, merendé y el tramo hasta la cena parece longuísimo.
Abro el blog. Resuelvo que debe llamarse pateque ("decí 'pa'", "pa", "deci 'que'", "que", "deci 'te'", "te". "Ahora todo junto", "¡pateque!").
Ya esta abierto, el proceso resulto hasta fácil. Lo miro, parece mirarme. Pienso en escribir algo genial, no se me ocurre nada y así empieza este relato.

1 commentaire:

Blogdeprueba a dit…

Chincho poroto dice:
ok!
Chincho poroto dice:
y por qué separaste anteojos?
Hey mop! dice:
para que la gente sepa que es anteojos porque va ante-los-ojos
Hey mop! dice:
yo lo descubrí hace poco!
Chincho poroto dice:
parece que no lo sabés escribir..