jeudi 26 juin 2008

acerca del ensayo y otras enfermedades

Aunque no quiera vuelve a salir así. Encontrar el desafío de encontrar otro camino. Uno distinto. Pero no, vuelve a salir parecido. Supongo que es una limitante.
Intentar dar cuenta de aquella subjetividad profunda/espíritu de época logrando conceptualizar ciertos, justamente, conceptos repetidos impertinentemente, parece un buen tema, y coherente, para el ensayo que le dará cierre a un cuatrimestre de trabajo.
Releo algunas entregas anteriores y me gustan. Encuentro eso de lanzar una idea, una apuesta e intentar desarrollarla, seguirla, exprimirla o argumentarla. A su vez, contar algo.
Este nuevo intento, cruzado por otras circunstancias, se encuentra más acotado y controlado. Con algún otro perfil. O al menos eso creo, o eso encontraría en un desarrollo certero.
Resulta un intento distinto.
No creo haberlo logrado.
Paradójico resulta plantearse algunas ideas acerca de ritmo, estilo y formas cuando apenas me estoy encontrando y trazando amistades con la escritura.
Paradójico resulta plantearse y plantarse como lector en un texto, cuando apenas me estoy encontrando y trazando amistades con la lectura.
No encuentro parecido en otros ensayos realizados por mi mano y parezco reciclar acotaciones de otro docente.
No parezco estar de acuerdo con los ensayos propuestos en la materia. No me encuentro demasiado en ninguno de ellos. Hay cosas que me gustan. Sí, pero no el rango de lo que suelo o me gustaría escribir.
Definitivamente no estoy de acuerdo con Flusser acerca de esa división entre el tratado y el ensayo. Aunque si me gusta, disfruto y creo un buen recurso aquello de plantear dicotomías que tal vez no son tales como para entrar en la discusión (luego hay tiempo para negociarlo). Aunque no me gusta esa especie de arrugue en oraciones continuas.
No creo que la cuestión del ensayo o el tratado sea una cuestión de persona, decisiones o formas de tratar un tema. Creo en el ensayo aquella forma de escritura académica plenamente vinculada a ciertos espacios. Quizás aquéllos pertinentes y que den permiso a otra mirada (no una mirada otra, otra mirada) y la innovación en un asunto.
Se encuentra en el ensayo aquél lugar donde poder escribir con rigores sin que sea una acumulación de datos. Plantearse dar algo más con la escritura, lograr una lectura y un juego más allá de las letras con palabras y tiempos elegidos y sugeridos. O no, con la verborragia, desarrollada con una conjugación particular de verbos, que plantean ciertos asuntos de los más indignantes o intensos.
El ensayo supone varias construcciones. Desde un objeto hasta un escritor. Y la escritura. El escribir es una construcción. Una idea es una construcción, y creo que se puede lograr la espontaneidad mediada con otros factores en un ensayo. Y a su vez, aquél ensayo puede tener pretensiones de verdad y alcance. Y las puede lograr.
No es no hacerse cargo, es respetar ciertas “costumbres” para lograr romper con otras. Llegar a un acuerdo simple para introducir una idea compleja, algo chocante o novedoso. Un nosotros impersonal acostumbrado y que relaja al lector que le puede traer una visión particular de (o de quienes) quien firma.

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