vendredi 27 juin 2008

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Colgar cosas excesivamente no parece nunca una buena idea. Rompe con el paisaje general doblando demasiado la soga, tensandola, casi rompiendola.
La nota al final hace su aparición como recurso.
Sí, en vez de incluir citas, acotaciones y llamados en el cuerpo de mi ensayo, opto por referenciar conceptos, conceptualizaciones, etc en forma de nota al final del documento.
Si siempre hubiese sabido que un ensayo puede ser algo tan estetico, hubiese escrito mejores ensayos. Aunque, por otro lado, es una belleza facilmente consumible. Sí, parece tener algo de esas crónicas televisivas pero realizada de un modo más elevado.
Conexiones, relaciones, juego abierto a interpretaciones. Ahora hablo de los ensayos de Italo Calvino. Ensayos donde la estética y la narración parecen no perder cuidado a la orden de la fascinación.
Ensayos que dan la impresión de hablar de cualquier cosa como fascinado, como lo mejor del mundo, como mágico o misterioso. ¿De qué hablamos? ¿Qué orden le damos? ¿Qué pretendemos? ¿De qué nos vanalgloreamos?
Ensayos que se ponen a la orden del cuerpo del texto.
Una construcción tal que no permitiría que uno se deprima demasiado mostrando las páradojas de ciertas ideas, pero que al fin, por cómodas, conocidas o bien contadas, no terminan por ser demasiado chocante.
Amable. Un modo amable. De finas descripciones, reflexiones, con marcas, ideas que juegan con aquello que conocemos todos.
Amable. Un modo amable. De un lenguaje justo y concreto. Palabras fáciles de leer en la que de vez en cuando se cruza alguna de esas que nos hacen acordar que hay alguien "formado" que ya tuvo esa hoja en mano.
Paradojas de la vida. Pero lindas, con humor. De las que caen bien.

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