samedi 14 juin 2008

No anda el corrector.

Su hobbie era arrojar naranjas a los 266 (Lomas-Calzada) que pasaban por San Martín. Era un lugar poblado, de tránsito permanente. A él no parecía importarle. La impunidad de esos años mozos sumados a eso de cuando un reto parece un mimo y una corrida hace acordar que se esta vivo. ¿La idea de travesura? De que se es niño, de que se lo sigue haciendo.
Responsabilidades que no traen derechos arrastradas por el asfalto, o la tierra. Las piedras deben ser todo un problema, deben cortar los sacos.
Aquellos sacos no deben tener una larga vida: se la pasan siendo arrastrados, hace poco escuché a uno que contaba que en La Plata, a raíz, de un convenio, se los daba la Municipalidad.
Por mi casa no hay Municipalidad, la que nos corresponde está como a treinta siete minutos en Bicicleta yendo por adentro. Yendo por las dos avenidas se tarda un poquito más, pero se supone que es más seguro y menos posibles quedarse sin bicicleta. Al menos menos posible quedarse sin bicicleta por cuestiones de delincuencia.
Las cuestiones de la delincuencia se vuelven confusas. Esa idea de terror seguramente acarrean (como esos chicos las bolsas) graves consecuensias: mi abuela cuando se va le tira la llave a la vecina, pero hace unos años instaló la alarma. Una vez cuando no funcionaba la alarma no pudo dormir.

Aucun commentaire: